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Y así, bajo la sombra de los arcos decorados y rodeados de las personas que querían, Horacio y Volkov sellaron una vez más su promesa de amor eterno, listos para seguir escribiendo su historia.Y así, bajo la sombra de los arcos decorados y rodeados de las personas que querían, Horacio y Volkov sellaron una vez más su promesa de amor eterno, listos para seguir escribiendo su historia.

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lo habían estado. Fernanda corrió hacia ellos, abrazándolos con una alegría contagiosa, mientras Maia y Gaia los alcanzaban, llenas de orgullo. Nicolai se acerco a dar la enhorabuena a ambos, palmeando la espalda de Volkov con suavidad.lo habían estado. Fernanda corrió hacia ellos, abrazándolos con una alegría contagiosa, mientras Maia y Gaia los alcanzaban, llenas de orgullo. Nicolai se acerco a dar la enhorabuena a ambos, palmeando la espalda de Volkov con suavidad.

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Volkov se inclinó hacia Horacio, y el beso que compartieron fue dulce, cargado de la promesa de un futuro que seguirían construyendo juntos. Los aplausos y vítores de los invitados llenaron el aire, pero para ellos, en ese momento, solo existía el latido de sus corazones, sincronizados como siempreVolkov se inclinó hacia Horacio, y el beso que compartieron fue dulce, cargado de la promesa de un futuro que seguirían construyendo juntos. Los aplausos y vítores de los invitados llenaron el aire, pero para ellos, en ese momento, solo existía el latido de sus corazones, sincronizados como siempre

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Horacio respiró hondo, intentando contener las lágrimas que luchaban por salir, apretando los labios. Entonces, fue su turno. —Volkov, mi Ruso, no hay día en el que no me sienta agradecido por haberte encontrado, has sido mi fuerza, mi calma, y mi mayor alegría...a veces me volvías loco, pero aquíHoracio respiró hondo, intentando contener las lágrimas que luchaban por salir, apretando los labios. Entonces, fue su turno. —Volkov, mi Ruso, no hay día en el que no me sienta agradecido por haberte encontrado, has sido mi fuerza, mi calma, y mi mayor alegría...a veces me volvías loco, pero aquí

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ambos con calidez— Hoy, delante de aquellos que los aman, comenzaran una nueva vida, no como un nuevo comienzo, sino como una continuación de la historia que han escrito juntos. Volkov fue el primero en hablar.ambos con calidez— Hoy, delante de aquellos que los aman, comenzaran una nueva vida, no como un nuevo comienzo, sino como una continuación de la historia que han escrito juntos. Volkov fue el primero en hablar.

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Se sentían conectados por algo mucho más profundo, algo que iba más allá de lo que cualquiera pudiera describir. —Hoy estamos aquí para celebrar no solo la unión de Volkov y Horacio, sino la vida que han construido juntos, llena de amor, de familia y de promesas cumplidas —dijo Alanna, mirando a Se sentían conectados por algo mucho más profundo, algo que iba más allá de lo que cualquiera pudiera describir. —Hoy estamos aquí para celebrar no solo la unión de Volkov y Horacio, sino la vida que han construido juntos, llena de amor, de familia y de promesas cumplidas —dijo Alanna, mirando a

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sabían: que no podían imaginar sus vidas el uno sin el otro. Alanna, que oficiaría la ceremonia, comenzó a hablar, su voz suave llenando el aire con palabras de amor y unión. Pero para Volkov y Horacio, las palabras eran secundarias.sabían: que no podían imaginar sus vidas el uno sin el otro. Alanna, que oficiaría la ceremonia, comenzó a hablar, su voz suave llenando el aire con palabras de amor y unión. Pero para Volkov y Horacio, las palabras eran secundarias.

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Solo existía Volkov, con su presencia serena y su amor incondicional. Los ojos de Volkov no se apartaron de los de Horacio ni un segundo. Era como si todo el universo se hubiera reducido a ese momento, a ese instante en que, después de tanto, se encontraban una vez más para sellar lo que ya Solo existía Volkov, con su presencia serena y su amor incondicional. Los ojos de Volkov no se apartaron de los de Horacio ni un segundo. Era como si todo el universo se hubiera reducido a ese momento, a ese instante en que, después de tanto, se encontraban una vez más para sellar lo que ya

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Horacio caminó lentamente, respirando profundamente mientras avanzaba. Y entonces, allí estaba Volkov, de pie en el altar, mirándolo con una intensidad que parecía atravesar el tiempo y el espacio. Todo el nerviosismo que Horacio había sentido se desvaneció en ese instante.Horacio caminó lentamente, respirando profundamente mientras avanzaba. Y entonces, allí estaba Volkov, de pie en el altar, mirándolo con una intensidad que parecía atravesar el tiempo y el espacio. Todo el nerviosismo que Horacio había sentido se desvaneció en ese instante.

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—Ya vamos, pequeña —respondió Volkov, pasando suavemente una mano por su cabello. En el jardín, los invitados tomaban asiento lentamente. Andrés y Charlotte se sentaron en la primera fila, con Maia y Gaia a su lado.—Ya vamos, pequeña —respondió Volkov, pasando suavemente una mano por su cabello. En el jardín, los invitados tomaban asiento lentamente. Andrés y Charlotte se sentaron en la primera fila, con Maia y Gaia a su lado.

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