Solo me paso por aquí un segundo para sonreíros muy fuerte, desearos un 2024 extraordinario y recordaros que, aunque aquí no haya globitos, en principio la gente cumple los años el mismo día que en X. (Yo, por ejemplo, hoy. Lo dejo como dato, por si os apetece regalarme algo.)
En esta ocasión me ha parecido estupendo saltarme mi propio pacto y no solo soplar las velas, sino hacerlo con fuerza, con alegría y con mucha, mucha ilusión. La nueva década pinta sensacional.
Cuando Jano murió dejé de soplar velas. Sucedió así, sin dramas; sin más. Me pareció hiperlógico y hasta cierto punto inevitable: si él no soplaba más velas yo tampoco, y a la mierda el paso del tiempo. Ese era nuestro guiño secreto, y no tener pastel siempre me hacía sonreír.
Comimos de lujo (DE LUJO) y, ya en el postre, apareció una camarera con un pastel de queso y un 50 encima, cantando el "cumpleaños feliz". Miré a mis hijas y las dos negaron con la cabeza, sin dar crédito. La idea no había sido suya, así que solo quedaba una opción: Lidia.
Al llegar pregunté por la persona que gestionaba las redes y me dijeron que se llamaba Lidia, pero que ese día no estaba. Lástima. Me habría encantado saludarla.
Así que ahí nos fuimos, finalmente, felices y emocionadas, con muchas ganas de queso y de sobremesa y con una estupendísima sensación de satisfacción.
(Un pelín cursi el mensaje, lo sé, pero es que es Navidad y en estos días se hablandan los corassssones... 😜)
Y entonces el deseo, que es hijo del compromiso y de la voluntad, me llevó a abrir @instagram y a escribir un mensaje por ahí.
Fue en vano.