Como la red de transporte público, como todas, es un tanto radial, siguen pasando cosas raras. Tengo que ir a ver una cosa a las afueras y se tarda un poquito menos en que en TP.
Las cosas son avellana y pistacho, por más señas, que yo pensaba que pa qué pero oigan, muy bien.
He cenado lubina a la plancha con tian de verduras y de postre tres crême brulées de cosas y vosotros, desgraciadamente, no.
Ni confirmo ni desmiento que haya tenido que pegar, como peatón, algún que otro chillo. CEST GENTIL MONSIEUR MERCI ! y así
La tercera es que parece que han cogido los malos vicios de Amsterdam o de los conductores parisinos. Igual que mucho tráfico no para en los pasos peatonales (sobre todo furgonetas), muchas bicis tampoco lo hacen. Al extremo de que te agradecen cuando sí te paras 🤦🏾♂️🤦🏾♂️🤦🏾♂️
La segunda es que llama la atención la cantidad de gente en bici. De todos los colores, mayores, jóvenes, familias en long tail con nenes, repartidores, señores en traje, señoras en tacones con la elegancia habitual. París se ha subido a la bici.
Caminas por la calle y mi primera sensación, yo que he estado poco aquí, es que llama la atención el silencio. Sigue habiendo calles de mucho ruido y bocinazos, pero otras muchas ya no. Se puede hablar sin gritar.